Llevo dos meses levantándome a las 4 y 45 de la mañana para
asistir a mi clase, en pijama y con una taza de café en la mano para no caer de
bruces sobre el teclado. Religiosamente veo los videos, escucho los podcast,
lleno los cuadernos de trabajo y asisto a mi clase en vivo de 45 minutos. Al
principio tenía un poco de temor por la calidad de lo que iba a encontrar pero
con la primera clase se despejaron mis dudas, entendí que los resultados
dependían de mi dedicación. ¿Por qué me decidí por el e-learning a estas
alturas de la vida? Sencillo: entre las responsabilidades laborales, los
trancones de Bogotá y las ocupaciones del hogar no encontraba el espacio para
lograr este objetivo.
Mi tablet la compré hace unos seis meses. Los primeros dos
meses fue un adorno costoso que paseaba por todos lados, hasta que empecé a
conversar con aficionados a esta herramienta. Y hablaban con tanto entusiasmo
de todos los beneficios de su equipo que decidí dedicarle todos los días un
tiempo para conocerla y perderle el miedo a la tienda a apps.
Me compré la primera, una aplicación que se llama notability
con la que se pueden tomar notas sin necesidad del teclado, y aunque al comienzo me enredé un poco ahora es mi favorita para la corrección de
pruebas de diseño porque me permite señalar sobre las piezas las imágenes que
no me gustan o sugerir cambios de diseño con pinceladas de colores.
Luego bajé
una aplicación para escuchar emisoras radiales de todo el mundo y después Audionota,
mi favorita hasta el momento, con la que puedo grabar reuniones mientras tomo apuntes.
Si tengo dudas sobre las solicitudes simplemente reproduzco el audio y despejo
las dudas. También puedo enviar las notas por correo y ahorro muchísimo tiempo
porque no tengo que desgrabar todo el archivo, sólo complementarlo.
Además soy una fanática absoluta de los e-books, al punto que ya no
pienso volverme a comprar un solo libro en papel: no tengo espacio en
mi biblioteca, puedo guardarlos todos en un diminuto aparato que se llama
kindle (que cargo para todos lados), si me antojo de alguna obra la compro con
solo oprimir un botón y me llega en segundos. Lo más chévere es que tengo la
opción de escuchar audiolibros en inglés y solicitar samples para evaluar si
compro o no un libro.
Y esto es apenas el principio. Aprovecharé las vacaciones
para leerme el manual del nuevo Smartphone y seguir cacharreando con la tablet,
además ya tengo una cita para evaluar un ERP en la nube y voy a buscar un
proveedor de almacenamiento. Mi compromiso con la tecnología apenas comienza, y
todo indica que va a ser para largo rato.