Algunos podrían afirmar que este proceso va a beneficiar a los consumidores, que podrán escoger entre una amplia gama de opciones a menores precios. Y es cierto. Sin embargo, propiciarlo sin haber gestionado de manera efectiva el fortalecimiento del ecosistema de pequeñas y medianas empresas sólo envía una señal decepcionante de que en este Gobierno, por lo menos, se defienden los que pueden, es decir, los más grandes.
Ya nos lo habían anunciado quienes conocían la filosofía de Juan Manuel Santos, que este Gobierno estaría destinado a promover los grandes inversionistas y empresarios, que son en su opinión los únicos que pueden sacar la cara por el país en un escenario de alta competencia. Pero al Presidente se le olvidó que todos esos importantes personajes no representan más del 5% de las empresas del país y menos del 40% del empleo.
Ojalá tuviéramos un país basado en grandes industrias, aunque en una coyuntura como la actual ni siquiera Estados Unidos puede vanagloriarse de esto y vive aterrado frente a los avances de una economía como la China, en donde la baratísima mano de obra y las ventajas tributarias permiten producciones a precios irrisorios que arrasan con otros sistemas productivos.
Ahora ya nadie podrá detener a ese ‘animal grande’ cuyos pasos escuchamos apenas llegó Santos a la Casa de Nariño y decidió que tendríamos un muy eficiente Ministro de Comercio Exterior pero una pobrísima y miope gestión en Industria porque lo único cierto es que la Transformación Productiva requiere de otras medidas urgentes, mientras de manera paulatina se van sembrando los frutos de una estrategia diseñada para un largo plazo que hoy resulta incierto para muchas pyme.
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