Los empresarios tenemos una fuerte tendencia a ser trabajo
adictos. De hecho, tengo la pésima costumbre de trabajar sábados y domingos, al
menos un par de horas cada día, cuando llegan materiales para revisar o tengo
correos pendientes por responder. Y eso que he mejorado muchísimo en este
aspecto. Hace diez años, cuando recién empezaba mi primer emprendimiento me
dediqué a él 7X24. Sábados y domingos eran días de trabajo de ocho y hasta diez
horas diarias. Mi hijo, que entonces apenas tenía cinco años, jugaba a mi lado
mientras yo realizaba reuniones o almuerzos de trabajo.
En cuestión de meses mi excesiva dedicación me pasó la
cuenta de cobro. En una revisión de rutina con el médico se detectó el riesgo
de un cáncer. Apesadumbrada y muy asustada ante la perspectiva de dejar a mi hijo
huérfano no pude dormir durante los cinco días que se demoraron los resultados
de laboratorio que darían el veredicto. Las oraciones y la divina providencia
permitieron que las noticias fueran muy buenas. El primer diagnóstico estaba
errado y yo simplemente debía someterme a un tratamiento sencillo. Pero el
médico me lo advirtió: si yo no le bajaba el ritmo al trabajo y me inventaba
actividades agradables para manejar el estrés otras enfermedades podían
aparecer.
A partir de entonces entendí que nada justificaba sacrificar
las actividades que nos hacen felices y nos brindan satisfacción personal: ver
una buena película, llevar a nuestros hijos al parque o simplemente dar una
caminata por un parque pueden hacer mucho por nosotros. Además, he comprobado
que después de una buena desconectada me siento mucho más creativa y lista para
la acción. También adopté la buena costumbre de hacerme chequeos generales
cada año.
Nada es tan importante que nos impida hacernos el mantenimiento que
nos merecemos pues hasta ahora no se han inventado el primer equipo que no
requiera de revisión y ajustes durante su vida útil. Aprovechemos que este 2012 empieza a languidecer
para hablar con nuestro cuerpo y preguntarle cómo se siente. Seguramente tendrá
mucho qué decirnos, y nosotros podremos tomar acciones para darle lo que pide, nos lo agradecerá mucho...y nuestra empresa también.
Totalmente de acuerdo. En este momento me estoy leyendo 'El monje que vendió su Ferrary' de Robin Sharma, quién hace buena referencia a la búsqueda del éxito y en tener una vida plena a partir de dedicarle tiempo a nuestro ser interno y a querernos a nosotros mismos para poder querer al resto del mundo. No basta con sólo trabajar y llenar la cuenta bancaria de recursos monetarios si al final del día nos sentimos cansados y sin energías para disfrutar de todo ese éxito con nuestra familia o seres queridos.
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