Los seres humanos estamos programados para buscar el confort y el bienestar, por lo tanto de manera inconsciente rechazamos las situaciones que puedan afectar ese estado. Pero esta sensación va en contravía del espíritu emprendedor. En una encuesta realizada recientemente por Misiónpyme entre más de 120 gerentes de ferreterías a nivel nacional identificamos que su principal temor era estancarse, no crecer.
Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que todas las pymes en ciertas etapas de su vida entran en una fase de ‘estancamiento’. Es un momento crítico, que puede darse entre los 6 y los 9 años de una empresa. Esta situación es una alerta, un llamado de atención del mercado y los clientes sobre un modelo de negocio que podría estar entrando en decadencia. ¿Qué hace la mayoría ante las señales? Para evitarse el dolor de crecer, muchos prefieren quedarse sordos y ciegos ante las señales y continuar haciendo lo mismo de siempre con un resultado cada vez más preocupante.
Unos pocos asumen con valor que llegó el momento de cambiar la historia y deciden enfrentar los retos con decisión. Entonces empiezan los dolores. Muchos deciden abandonar el barco ante el desconcierto de perder el terreno conocido, esta decisión es triste pero a largo plazo es más saludable para la organización.
Lo más importante en esos momentos es mantenerse firmes ante las dificultades y confiar en que estos dolores son nuevas oportunidades de crecimiento. Lo único certero que tenemos los empresarios es el cambio y aprender a abrazarlo con confianza es una decisión que debemos tomar todos los días.
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