lunes, 30 de junio de 2014

Ya hicimos historia

 Cientos de artículos, comentarios, trinos y blogs hablan hoy de esta hazaña que ha logrado la selección Colombia, al pasar a cuartos de final. Y es que son pocos los que no se han emocionado con las jugadas y los goles preciosos que han hecho estos muchachos. Este equipo es la muestra perfecta de experiencia, moderación, pasión, energía, preparación y entrega. Los ingredientes que toda gran empresa requiere.

La semana pasada escribí sobre las características del profesor Pékerman, y al ver la conformación de esta selección se confirma la fórmula que quiso aplicar para alcanzar el éxito. Con el grupo de los veteranos, Farid Mondagrón y Mario Yepes, el argentino buscó la experiencia de dos jugadores maduros, que han superado la etapa de los egos.

Ellos podrían ser los padres de varios de los chicos que hoy manejan ese balón con maestría. Y, sin embargo, hemos visto a un Farid que salta emocionado a la cancha para unirse a las coreografías de los muchachos, feliz y con las lágrimas a punto de brotar. Yepes, por otro lado, es la jerarquía en pasta, con su sola presencia genera un orden increíble, incluso casando peleas con sus contrincantes más agresivos y demostrando el brío que sigue teniendo.

Los más jóvenes han encontrado en su técnico y en esta escuadra de gladiadores venidos de otras gestas a un grupo de guías maravillosos. Con ellos han aprendido a ser ponderados en sus declaraciones y a pensar como grupo, logrando que un otrora egoísta Jackson Martínez se sume ahora a ese concierto haciendo generosos pases.

Pase lo que pase  el viernes frente a Brasil ya Colombia ha dejado su huella en la historia del fútbol. ¿Podemos soñar con llegar a una final?  Seguro que sí podemos, esperemos ahora que las cosas se sigan dando a favor de nuestra tricolor.





martes, 24 de junio de 2014

¡Gracias maestro Pékerman!

Llegó con su elocuente silencio, no se inmutó con las críticas, ni se dedicó a controvertir las cábalas que vaticinaban su fracaso. Y con su debut en el Mundial Brasil 2014, José Néstor Pékermar ha demostrado de qué está hecho un verdadero líder.

En la edición Lecciones de Liderazgo del año pasado destacábamos su férrea disciplina, así como su autenticidad al no dejarse manipular por los medios de comunicación que le exigían ser más abierto en su plan con la Selección Colombia. Pero el maestro Pékerman no se inmutó y en estos dos años ha mantenido su esencia, en la que hemos podido encontrar al perfecto director de orquesta: un hombre que logra combinar lo mejor de cada uno de sus jugadores para interpretar la más armoniosa de las melodías.

Puede ser que muchos no estén de acuerdo conmigo, pero me atrevo a decir que gracias a que Falcao no pudo asistir a este Mundial se ha logrado demostrar que una Selecció de fútbol no depende de la genialidad de un solo integrante. Ante su ausencia, el profesor argentino ha sabido interpretar una nueva melodía, poniendo en juego los mejores talentos de sus muchachos.

Claro que nos habría encantado ver los goles de Falcao, pero cómo hemos vibrado con este verdadero ‘equipo’, un conjunto armonioso, que se entienden en la cancha, se colabora y evita a toda costa las individualidades. Esta también es una lección de humildad para todos los colombianos, acostumbrados al egoísmo y al individualimo, deseosos de encontrar un superhéroe que encarne esa ‘berraquera’ que se supone nos distingue.

Y qué placer escuchar a los jugadores hablar más moderados que nunca, serios, tan escasos de comentarios como su sensei argentino. Se nota que la mano de Pékerman les ha pesado a todos, y que en esta nómina, más internacional que nunca, no hay una sola estrella. Qué delicia no tener que fastidiarnos con un Cristiano Ronaldo haciendo pataletas ridículas en la cancha, ni titular ‘Messi 1 – Irán 0’ ante un triunfo inmerecido por un juego desarticulado de argentina.


Pase lo que pase, el maestro Pékerman nos ha dado grandes lecciones a todos. Con lo que no resta más que decirle GRACIAS.

domingo, 15 de junio de 2014

¿Y al gerente quién lo motiva?

Se han llenado cientos de páginas de libros y revistas, y miles de consultores se han hecho millonarios vendiendo la importancia de motivar al equipo de trabajo. Pero nunca he escuchado a un experto concientizar sobre la necesidad de motivar a los empresarios. Por eso hoy me pregunto ¿quién motiva a los gerentes?

La verdad es que los líderes de las empresas tienen que desarrollar una increíble capacidad de automotivación, porque muchas de las cosas que ocurren en su día a día no generan un ambiente propicio para que otros contribuyan a generarle un espíritu optimista.

¿Quiénes podrían motivarlo? Muchos de los que lo rodean. En primera instancia, sus propios empleados. Y quiero aclarar que motivar al jefe no implica llevarle regalos, adularlo o ser un lambericas. La mejor manera de mantener motivado a un jefe es cumpliendo con sus expectativa con respecto al desempeño; siendo proactivo frente a la solución de problemas, pero especialmente evitándole los problemas.

Un empleado que motiva a su jefe es el que sabe que le aporta a la organización con cada acción, que deja en alto su marca, quiere a su empresa y lo demuestra con gesto simples como:

- atender un teléfono que suena en una oficina que no es la suya
- tratar bien a los clientes
- evitar desperdicio de recursos
- proteger los bienes de la compañía
- utilizar bien su tiempo de trabajo
- decir la verdad
- cumplir con los informes que le corresponden sin que se los estén pidiendo
- evitar hablar mal de su empresa, de sus compañeros o de su propio jefe.

Estos comportamientos tan sencillos le crearán a los gerentes un enorme compromiso con su gente, le demostrarán que todos los esfuerzos que se hacen valen la pena porque se están construyendo una cultura del respeto por el ser humano. Un equipo leal a su jefe es aquel que se esmera por dar lo mejor de sí, en todos los sentidos.

Así que creo que es el momento también de que los expertos en motivación empiecen a desplegar recursos para que los empleados entiendan que el asunto es de dos vías, y no pueden estar esperando siempre recibir de su jefe (una felicitación, un aumento, una bonificación o un ascenso) sin dar en la misma proporción.






lunes, 9 de junio de 2014

Todo cambia, nada cambia

Este domingo 15 de junio finalmente podremos resolver la incertidumbre que tenemos sobre quien regirá los destinos del país durante los próximos cuatro años. Y si se le pregunta a un pequeño o mediano empresario qué viene para su negocio, su única respuesta será que ‘todo cambia y nada cambia’ porque cualquiera que sea el resultado todos saben que el éxito está en sus manos.

Y es que al examinar la historia de aquellas compañías que han trasegado durante más de 30 años, y hoy pueden considerarse de tamaño mediano grande, lo único que se encuentra como una constante es el cambio. Por eso todos dirán que todo cambia, es lo que están acostumbrados a ver. Y ninguno desearía la comodidad de un mundo de negocios sin cambios porque implicaría que se acabaron los retos.

Los que antes vivían en el mundo del papel, los juguetes didácticos y la educación, entre muchos otros, han visto cómo su realidad se modificó con la llegada de los Smartphone y las tabletas.  Cada día los nativos digitales asumen las riendas de la economía, imponiendo nuevos medios y formas de hacer las cosas. Quienes no aceptaron ese reto ven cómo se extinguen sus negocios, unos más rápido que otros. Pero los que decidieron entregarse a las fuerzas del cambio y fluir con él han logrado encontrar un nuevo camino para el crecimiento empresarial.

Quienes tenían industrias con cierto nivel de protección arancelaria ven cómo cada día esas barreras caen estruendosamente y dan paso a  competidores más sofisticados, seguramente con más músculo financiero.

Esos gerentes seguramente hoy tienen gastritis, tal vez dejaron de dormir varias noches pensando en el camino a seguir, pero jamás perdieron la confianza. Y lo están logrando, porque curiosamente mientras más duro el camino más grande es la capacidad de aguante.

Y todos dirán que nada cambia, porque aunque se presenten reformas que empeoren o mejoren sus condiciones tributarias, se diseñen o eliminen programas de apoyo o incentivos, o se firmen más tratados de libre comercio, van a tener que hacer lo mismo que siempre han venido haciendo: luchar.


Y como formo parte de ese grupo de emprendedores para los que todo cambia y nada cambia, recuerdo con especial aprecio la frase que le escuché a un empresario de vestuario hace más de 12 años en el primer evento que organicé como empresaria. “Lo único que les puedo recomendar a quienes eligieron hacer empresa es que hay que Persistir, Resistir y Nunca Desistir”.

lunes, 2 de junio de 2014

La destrucción creativa y los taxis

Las aplicaciones móviles para transporte público, como tappsi y easy taxi, tienen contra las cuerdas a las tradicionales empresas de taxis. ¿Cómo han reaccionado los ‘dueños’ del negocio en la capital frente a esta amenaza para su monopolio o proceso de destrucción creativa en el que se encuentran?

Según diversas fuentes, en lugar de apuntarle a desarrollos más creativos y poderosos los representantes de Taxis Libres y Taxi Imperial están buscando la manera de ‘bloquear’ jurídicamente la operación de las aplicaciones alegando que no son una empresa autorizada para afiliar a los conductores del gremio. Y no es para menos pues de acuerdo con entrevista concedida por Uldarico Peña, gerente de Taxi Imperial, al diario El Tiempo sus afiliados pagan $ 255.000 mensuales por ese concepto.

En el mismo texto Peña dice que tienen afiliados a 1.100 conductores. Una multiplicación simple da cuenta de $ 280.500.000 mensuales que entran a las arcas de Taxi Imperial, sin que tenga que responder por costos de seguridad social, ni parafiscales de sus afiliados.

En cambio, una compañía como Tappsi estuvo casi dos años ofreciendo el servicio gratis a sus usuarios para demostrar sus beneficios y recientemente decidió empezar a cobrarles $ 35.000, según me confirmaron varios conductores con los que hablé la semana pasada. Es decir, un 14% menos de lo que cobra la afiliadora. Si se le suma un servicio decente de datos estaríamos hablando de aproximadamente $ 70.000 al mes.

Este es el claro ejemplo de lo que Daron Acemoglu y James A. Robinson definen como la destrucción creativa, en su libro ¿Por qué fracasan los países? Este texto, que espanta de primera por su voluminosidad, me lo recomendó con un singular entusiasmo el  exministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverri. Una de las teorías que se plantean es que el atraso o desarrollo de una sociedad está dado por su capacidad para enfrentar la destrucción creativa que plantean las innovaciones tecnológicas, creando mejores instituciones y condiciones para que ese proceso tenga éxito en beneficio de muchos y detrimento de los intereses de unos pocos grupos dominantes.

Durante años el transporte público de la capital ha estado en manos de las tradicionales afiliadoras de taxis y ahora se les aparecieron unos ‘gatos’ que con una sencilla innovación hacen tambalear su lucrativo negocio. El pataleo de Don Uldarico ya se ve y la Supertransporte investiga por la ‘ilegalidad’ de los cobros de propina a quienes prestan el servicio por estas aplicaciones.

Yo varias veces he pagado propinas de $10 mil y $15 mil a taxistas de las empresas de Don Uldarico para que acepten llevarme a un determinado sitio o me recojan a una hora específica. ¿Será que si no se ofrece ese beneficio aceptan pasar por la casa de uno en plena hora pico cuando el call center de Don Uldarico pone una máquina diciendo que no tiene conductores disponibles?

Y eso sin contar las veces que he solicitado el ‘servicio público’ por teléfono y me han dejado una hora oyendo la odiosa melodía mientras ‘están buscando un taxi cerca de usted’. Que no nos vengan con cuentos.


Es el momento para que Don Uldarico y sus colegas empiecen a trabajar en cómo van a enfrentar esta destrucción creativa que hoy los amenaza y le otorga más poder a los usuarios finales y sus clientes, los taxistas. Seguramente no les quedará grande y podrán ofrecer más servicios que garanticen la disponiblidad, oportunidad y seguridad en la prestación del servicio.