Algunas teorías humanistas y esotéricas aseguran que
nuestras vidas tienen ciclos. Unos hablan de siete años, otros de 14 cuando se
refieren a esos cambios estructurales de vida. Cierto o no, la experiencia me
ha enseñado que en las empresas también hay ciclos, que se han ido acortando en
la medida que se han integrado las economías del mundo y la tecnología cambió
la manera de hacer negocios. Pero muchos empresarios no estaban
preparados y hoy están en una coyuntura en donde la única salida es ‘la
reinvención empresarial’.
Recuerdo con claridad a un señor que se me acercó, en medio
de un evento, con una evidente cara de preocupación. Luego de un par de frases
convencionales, se desahogó diciendo: “Yo todos los días me levanto con la idea
de conseguirme dos o tres buenos clientes para no tener que luchar tanto”.
“Ni Dios lo quiera– repuse yo – lo peor que a uno le puede
pasar es depender de pocos clientes. Esta es nuestra realidad, la lucha es de
todos los días”. Y busqué por todos los medios convencerlo de que su intención
de concentrarse era una idea descabellada si quería tener un buen futuro como
empresario. Lo más seguro es que este señor estuviera entrando en su ciclo de
vacas flacas.
A todos nos pasa. La zona de confort nos hace creer que la
estabilidad y la bonanza estarán presentes siempre, lo que nos lleva entonces a
aflojar en nuestra disciplina y procesos haciendo que toda la organización
entre en ese mismo ritmo. En poco tiempo, infortunadamente, empezamos a notar
las consecuencias. La competencia, que seguramente no se quedó en el confort,
empieza a golpearnos. Pero lo más grave es que los clientes han perdido parte
de su afecto hacia nosotros y están mirando con ojos coquetos hacia otros
horizontes más innovadores.
Algunos lo perciben a tiempo y entran en la fase de
reinvención, con un cierto sinsabor por la nueva lucha que se debe reiniciar.
Otros se hacen los sordos y se quedan sentados esperando a que la competencia
fracase o afloje y le devuelva lo que considera suyo. La mala noticia es que esto pocas veces sucede.
Lo cierto es que esta reinvención no debería darse cuando
las alarmas rojas están encendidas. Los empresarios debemos vivir con un
sentido permanente de urgencia, atentos a los competidores y pendientes de los
cambios de tendencia en las necesidades de los clientes. Los ciclos existen, es
una realidad, pero no podemos esperar a que nos atropelle la mala hora para
comenzar a trabajar.
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