domingo, 13 de diciembre de 2015

Prepárate para afilar la sierra

 En pocos días se iniciarán las festividades de fin de año. Estas fechas son propicias para que, como recomendaba Stephen Covey, afilemos la sierra: afiancemos nuestras relaciones familiares, disfrutemos de un descanso mental, realicemos actividades físicas agradables y saludables, y revisemos nuestros hábitos de alimentación. En lugar del trago, el trasnocho y las comilonas desaforadas, la navidad y el año nuevo deben ser espacios para la renovación personal.

¿Suena muy zen esta propuesta? Seguramente para muchos así va a ser, pero es increíble cómo muchas personas regresan de sus vacaciones navideñas con más culpas que satisfacciones. Dos o tres kilos de más, guayabo, malestar estomacal y hasta discusiones con los más allegados suelen ser los desastrosos resultados de un falso disfrute. En lugar de aprovechar esos espacios de disfrute íntimo, nos encargamos muchas veces de llenar nuestras mentes de ruido y desenfreno.

Por otra parte, es indudable que todos los seres vivos requieren de apertura y cierres de ciclos y un cambio de año es el momento ideal para realizar este tipo de procesos. Después del invierno llega la primavera, luego el verano y el otoño. Todos tenemos ciclos, que nos ayudan a evolucionar. La quema del tradicional año viejo es el ejemplo perfecto del ritual de cierre, pero no se necesita robarle la ropa al abuelo y ponerle una mecha de trapeador.

Seguramente bastará con hacer consciencia sobre lo que hemos hecho para mejorar nuestra vida, la de nuestra familia, nuestros empleados, compañeros y nuestro país. También tendremos que reflexionar sobre los errores cometidos, aquellos comportamientos que no contribuyen a nuestro crecimiento personal.


El 2016 será un año con muchos retos en materia económica, así que conviene llegar descansado, con una mente dispuesta a los cambios, con actitud positiva y proactiva. Afilemos la sierra y comprometámonos a contribuir para que muchos tengan más oportunidades de mejorar su calidad de vida, incluidos nosotros.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

¿Cómo anda su fe?

Hace algunas semanas entrevisté al nuevo alcalde de Cali, Maurice Armitage. Me sorprendió su energía, la vitalidad que irradia a sus 70 años y el convencimiento de que es posible hacer grandes cosas por el progreso de la ciudad. Previamente investigué sobre su vida y una de sus frases me dejó pensando mucho. Contó sus inicios con la compra de una sociedad en quiebra, que luego se transformó en la Siderúrgica de Occidente (Sidoc). En conjunto con el hermano de Augusto López (ex Bavaria)  pusieron la plata para esa iniciativa, que fue luchada y en la que al cabo de un tiempo “el socio perdió la fe” y se retiró.
Fue esa frase la que, precisamente, me movió el piso porque hacer empresa realmente es un acto de fe, aquí y en cualquier lugar del mundo. Pero va mucho más allá. Es la capacidad de creer en lo que uno hace, de ver un futuro positivo como resultado a nuestros esfuerzos. Es tener la fortaleza mental para levantarse cada día convencido de que se van a lograr las metas, aunque sean peldaño a peldaño. 
Por eso no resulta extraño preguntarse ¿cómo anda mi fe en mi emprendimiento? Tener fe cuando todo marcha bien es sencillo: los clientes compran, hay plata en el banco, los planes marchan. Pero ¿qué tan fácil es mantener la fe cuando las cosas van en contra? Es claro que las empresas viven ciclos, como todo organismo vivo. Y en esos ciclos es cuando la fe genera la fuerza necesaria para continuar adelante. Reinventarse, evaluar el camino y actuar es parte de ese proceso. 
Pero el ingrediente principal sin duda alguna es la fe: ¿de verdad estamos comprometidos con nuestro proyecto empresarial?¿es esencial para cumplir con nuestras metas de vida?¿creemos en lo que hacemos?¿estamos cumpliendo con un propósito más allá de generar nuestros ingresos para vivir? 
Ya que estamos ad portas del cierre de año bien vale la pena que nos preguntemos ¿Cómo anda nuestra fe por estos días?