Y somos los empresarios los llamados a
incentivar esas visiones en nuestros entorno: los colaboradores, los
proveedores, los clientes y las familias. Sólo de esa manera se podrán realizar
inversiones de largo plazo, con proyecciones serias y comprometidas. Es cierto
que en el mundo actual muchas cosas cambian todos los días, pero cuando se
tiene una visión inspiradora de lo que podemos llegar a ser simplemente se
ajustan los planes y las metas se mantienen firmes.
En la base de todo está la pasión. Esa increíble
energía que todos vimos brotarle por los poros a James Rodríguez y a Mario
Alberto Yepes, quienes lo dejaron todo en la cancha, incluso las lágrimas. Es
esa fuerza que nace del corazón la que logra cosas grandes y concreta sueños
que parecían imposibles.
Ahora viene lo más importante: seguir
trabajando en este proyecto de selección que por fin nos unió a todos. La meta
es de largo aliento, sólo de esa forma se puede llegar a ocupar un lugar entre
los grandes. Y los empresarios así lo debemos entender. No son cinco, diez, ni
quince años de esfuerzos.
Muchas veces para sentir que hemos
cumplido se requieren 30 o 40 años de trabajo, con pasión y con el mismo
compromiso del primer día. En el mundo
de los negocios la carrera no es de velocidad, es de resistencia. Aquí no
sobrevive quien gana en los cien metros, se consolida el que logra correr la
maratón. Y para lograrlo hay que entrenar mucho, fracasar, levantarse y volver
a la competencia.
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