La semana pasada escribí sobre las características del
profesor Pékerman, y al ver la conformación de esta selección se confirma la
fórmula que quiso aplicar para alcanzar el éxito. Con el grupo de los veteranos,
Farid Mondagrón y Mario Yepes, el argentino buscó la experiencia de dos
jugadores maduros, que han superado la etapa de los egos.
Ellos podrían ser los padres de varios de los chicos que hoy
manejan ese balón con maestría. Y, sin embargo, hemos visto a un Farid que
salta emocionado a la cancha para unirse a las coreografías de los muchachos,
feliz y con las lágrimas a punto de brotar. Yepes, por otro lado, es la
jerarquía en pasta, con su sola presencia genera un orden increíble, incluso
casando peleas con sus contrincantes más agresivos y demostrando el brío que
sigue teniendo.
Los más jóvenes han encontrado en su técnico y en esta
escuadra de gladiadores venidos de otras gestas a un grupo de guías
maravillosos. Con ellos han aprendido a ser ponderados en sus declaraciones y a
pensar como grupo, logrando que un otrora egoísta Jackson Martínez se sume
ahora a ese concierto haciendo generosos pases.
Pase lo que pase el
viernes frente a Brasil ya Colombia ha dejado su huella en la historia del fútbol.
¿Podemos soñar con llegar a una final? Seguro que sí podemos, esperemos ahora que las
cosas se sigan dando a favor de nuestra tricolor.
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