Que los Santandereanos son muy trabajadores, pero desconfiados. Que los Costeños tienen fama de buena vida y de buscar negocios de grandes ganancias. Que los bogotanos son reservados, por no decir taimados, y muy individualistas. Que los caleños son más bien ingenuos, aunque tienen una mentalidad muy abierta y que los paisas tienen esa malicia indígena y el verbo de los culebreros para vender hasta un mojado.
Muchos nos empeñamos en negar que tenemos prejuicios frente a empresarios de otras regiones, pero que los hay los hay.
Y el centralismo que ha caracterizado el desarrollo de nuestro país sigue creando distancias, no sólo políticas, sino económicas y culturales entre las diferentes regiones. En un mundo empresarial hiperconectado pareciera que cada día buscamos más proteger nuestra impronta regional.
Si entre costeños, caleños, paisas y demás no hemos logrado generar procesos de confianza para enlazar nuestras regiones con encadenamientos productivos ¿cómo lograremos hacerlo con empresarios de otros países?
En esta nueva era de los negocios no se trata de defender a capa y espada uno u otro modelo empresarial, sino de aprender lo más valioso de cada uno para construir una identidad empresarial poderosa, exitosa.
Pero hasta que no superemos estos celos que matan no vamos a tener un país competitivo.
En todas las regiones encontramos modelos exitosos de liderazgo empresarial, más allá de las regionalismos y de las improntas culturales. Estos son algunos de los ingredientes de esos visionarios que han construido modelos de negocio sostenibles (porque en este terreno no hay nada más efímero que el éxito) sin importar su origen:
1. No temen ´untarse las manos de tierra´. Y no me refiero únicamente a quienes han trabajado en regiones rurales, también en las urbanas untarse las manos significa estar en la primera línea del negocio, conocer cómo se hacen las cosas, qué esperan nuestros clientes de nosotros. Recuerdo en este momento el caso del brasilero-colombiano Germán Efromovich, a quien no era raro verlo en los counters de Avianca entregando los pases de abordaje a sus pasajeros.
2. Se ganan el respeto de sus empleados. Son personas que transmiten confianza, fe y claridad con respecto a sus expectativas. Y pueden serlo porque ellos saben lo que significa ganarse las cosas con esfuerzo. Pero especialmente tienen un sentido ético que les exige tratar a los demás como les gustaría ser tratados.
3. Realizan un trabajo de introspección. Son personas que realizan un continuo proceso de autoanálisis, en su fuero interno saben que deben mejorar en muchos aspectos personales y no se creen el cuento de ser los mejores. Pero lo más destacable es que muchos de ellos tienen una rica vida espiritual (y aclaro que no se trata de religión), creen en ´algo´ y eso los impulsa a superar el materialismo puro.
4. Viven buscando el cambio. Son conscientes de que la vida tiene ciclos y de que deben reinventarse cada tanto para continuar vigentes. Les molesta la comodidad de lo conocido y se declaran abiertamente emprendedores incurables.
5. Y por sobre todas las cosas, aman lo que hacen: no he podido olvidar esa famosa frase de que la felicidad no está en hacer lo que uno ama sino en amar lo que uno hace. Definitivamente eso hace la diferencia entre un empresario con perfil de líder y uno del montón. Y ser líder no significa convertirnos en CEO de una multinacional. Cada quien en su segmento obtendrá la medida de su éxito, pero especialmente será feliz amando cada día lo que hace.
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