domingo, 13 de mayo de 2012

El reto de las mujeres empresarias


Durante años rechacé cualquier idea que me etiquetara de feminista. Estaba convencida hasta los tuétanos de que las mujeres nos ganábamos nuestros espacios en condiciones muy similares a los de los hombres. Pero después de más de 20 años de vida profesional he decidido que a partir de ahora voy a ser feminista.
Es más, volveré a leer con mayor asiduidad a la Dra. Florence Thomas y hasta iré a los desayunos para mujeres exitosas que convocan algunas asociaciones de feministas acérrimas. Y eso, muy a pesar de que la primera y última vez que asistí me encontré con un salón repleto de señoras ´muy bien´, todas mayorcitas y más bien dedicadas a retiros espirituales que a faenas profesionales.  Aparte de un buen menú no saqué mucho provecho de las dos horas de té canasta en las que terminé embarcada.
Pero no me importa. Lo haré porque al cabo de todo este tiempo tengo que aceptar que las mujeres no podemos pretender ser exitosas en todas las facetas de nuestras vidas sin contar con uno o varios ´socios’ que nos den la mano, y una bien larga, cuando además necesitamos atender hijos. Llegó el momento de entender el empresarismo femenino, que no tiene el mismo estilo, ni las mismas necesidades del masculino.
Cuando una mujer se lanza a hacer empresa (a muchas) no la mueve el ego, ni el amor por la plata, ni la necesidad de reconocimiento social. No señoras y señores, a la mayoría las mueve el amor por su familia, la necesidad de llevar el dinero a su casa para alimentarlos a todos, el afán por asegurarles un mejor futuro a sus hijos o sus padres. Y así, vamos tomando decisiones muchas veces desde el corazón y no desde la razón. Muchas renuncian a los postgrados porque piensan en el abandono en que terminarán sus hijos en ese tiempo.
No significa esto que (todos) los hombres no piensen en sus familias. Pero basta verlos hablar de sus logros, sus proyecciones, sus colegas o competidores para comprender que para ellos la empresa es otra cosa. También los empleados tienden a  proyectarse desde el ego, y mientras más importante el cargo más evidente su necesidad de ´triunfo’ profesional a costa de sus familias.
Es el momento de evaluar si, así como el Gobierno estructura sus programas de apoyo según el tamaño de las empresas, no vale también la pena diseñar sistemas que brinden un mejor soporte a las mujeres que nos lanzamos al mundo empresarial porque, así lo confirman diversos estudios, tienen más miedo a emprender, la mayoría está menos preparada para manejar una empresa, y tenemos ´cola´ (hijos o padres dependientes) lo que demanda un esfuerzo grande.
También nuestro estilo gerencial es diferente, lastimosamente muchas piensan que copiando la brusquedad de los hombres tendrán más éxito, ganándose fama de neuróticas o menopáusicas. Pero quienes saben explotar la fortaleza de su lado femenino arrasan en su misión como empresarias, se ganan el respeto y la lealtad de sus empleados, conservan unida a su familia y se proyectan como mujeres integrales.
¿Qué  le aconsejaría usted a una mujer empresaria?

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