Un asunto de confianza
Durante años he discutido con mi esposo, ingeniero de sistemas, sobre una percepción muy personal con respecto a quienes prestan servicios de tecnología o están en el mundo de la soluciones informáticas: su actitud muchas veces raya en el estilo de una secta, poseedores de grandes secretos que los otros pobres mortales no podemos entender. Esto les otorga un gran poder sobre la turba de analfabetos tecnológicos que se encuentran a diario, pero también los marca y genera una enorme desconfianza entre quienes deben recurrir a ellos para atender sus necesidades en tecnologías de información.
Este factor, que para muchos podría resultar insignificante sí está generando grandes brechas en la adopción de TI pues muchos empresarios prefieren no ‘meterse en líos’ con este tipo de genios y quedarse como están, o recurrir a un hijo o algún conocido que le oriente sobre lo que le conviene. El resultado es que no siempre esa ‘consultoría’ resulta efectiva y en el camino se pierde eficiencia y productividad.
Así lo confirmó un estudio del Observatorio TIC de la Universidad Nacional sobre adopción de TI en mipymes bogotanas. Tras entrevistar a 2.470 empresas de diversos sectores una de las grandes conclusiones fue que la calidad de la relación entre pymes y proveedores de tecnologías es muy pobre y, en esencia, no existe confianza para abordar proyectos TI.
Bien valdría la pena que los grandes fabricantes y las casas productoras de software, así como los implementadores y desarrolladores se preguntaran de qué modo planean superar esa barrera con sus canales, partners y distribuidores para comenzar a construir procesos de confianza con sus potenciales clientes.
Así mismo, las autoridades deberían tener más vigilancia sobre los servicios de TI que prestan empresas de todos los tamaños porque los clientes están a merced de sus proveedores de soluciones que, en algunas ocasiones, no aclaran las condiciones de prestación de sus servicios generando aún más malestar cuando intentan cobrar más de lo que habían prometido o no cumplen con los plazos previstos, aún existiendo justificación para hacerlo.
¿Qué leyes de protección al consumidor operan en estos casos? Si yo contrato a una firma que desarrolle una solución móvil que me hace determinadas promesas que al final no se cumplen ¿a quién recurro? ¿Qué tercería puede determinar si las condiciones de prestación de un servicio se cumplen o no y cuándo operan excepciones?
No son pocos los casos que he conocido, de primera mano, de ‘embaucadores’ que con promesas de poderosas soluciones terminan esquilmando a los empresarios y haciendo polvo la poca confianza que tenían estos en la tecnología.
Y para rematar se presentan escándalos de hackers que infiltran correos, mensajes y archivos en las campañas políticas, pero también utilizan las redes sociales para acabar con la honra de las personas.
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