El discurso con el que el presidente Juan Manuel Santos lanzó su candidatura a
la reeleeción dejó un gran vacío en un tema que a todos nos afecta: la
corrupción. Y es que no basta con hablar sobre la generación de empleo si este
flagelo sigue desangrando a buena parte del sector privado colombiano e
incrementando los costos de operación.
Por cuenta de funcionarios corruptos quienes no ‘contribuimos’
estamos condenados a que nuestros procesos sean más demorados y tortuosos. Y se
ha ido generando una cultura de la desconfianza en la que una visita de un
funcionario pública despierta toda clase de suspicacias.
Lo más triste es que los funcionarios honestos son mayoría,
pero los deshonestos parecieran ser los más poderosos. El caso de los Nule, en
donde la seguidilla de noticias en donde salpican a varios funcionarios de alto
nivel cada día genera más confusión.
Infortunadamente la corrupción también crea un ambiente de
desconfianza mutua, en la que el empresario desconfía del funcionario público y
el funcionario público ve al empresario como un potencial delincuente. Generar
empleo no basta, si en este país los pocos políticos y empresarios corruptos no
se robaran la plata de nuestros impuestos estaríamos en mejores condiciones de
combatir la pobreza, impulsar el emprendimiento y disminuir los costos de
operación de las empresas para que puedan competir en condiciones más justas.
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