Uno de los grandes valores de mi familia ha sido el espíritu
todoterreno. Por eso riño con el estilo de personas que buscan limitarse a las
funciones determinadas en su contrato laboral y ni siquiera se ofrecen a
levantar una caja o mover un mueble cuando las circunstancias lo ameritan. Por
eso me gustó tanto una de las entrevistas que acabamos de publicar en nuestra
edición 10 Lecciones de Liderazgo.
En ella Javier Fernández, experto español en gestión del
talento humano, explica por qué en una pequeña y mediana empresa se nota tan
rápido cuando una persona no aporta valor en una organización o no tiene
compromiso con ella. No es lo mismo trabajar en una gran corporación, en donde
muchas veces abunda la burocracia y el presupuesto para desarrollar proyectos,
que en un empresa en donde los recursos deben aprovecharse al máximo y el
gerente es el ‘hombre orquesta’.
Por eso es tan importante que en los procesos de selección
tengamos muy en cuenta este factor: el del espíritu todoterreno. Hace poco
recordaba una de las enseñanzas de Jim Collins en su libro Las empresas que
perduran, sobre la calidad humana del equipo. Él usaba una imagen muy clara:
las empresas deben tener gente dispuesta a subirse al bus que uno les ponga,
aun cuando no tengan claro el lugar hacia donde este se dirige.
Esto significa compromiso con la organización pues en un
entorno tan cambiante puede ser que una compañía que hoy imprimía libros mañana
tenga que dedicarse a desarrollar publicaciones digitales, o un banco deba
abrir un área de consultoría, o un restaurante transformarse en un centro de
nutrición sana…cualquier cosa podría pasar. ¿Y si la cocinera decide que a ella
la contrataron para manejar una estufa, ollas y alimentos y no va a contribuir
a la nueva visión? ¿Y si el comercial de la empresa gráfica se planta en su
contrato para demostrar que a él lo contrataron fue para vender impresos?
¡Habrá que bajarlos del bus!
Y, la otra lección valiosa que en su momento cuestioné pero
hoy creo más poderosa que ninguna otra, es que las empresas deben contratar
gente capaz de automotivarse. Y aquí me van a llover rayos y centellas de todos
los asesores en talento que se ganan la vida vendiéndonos la idea de que
debemos gastarnos millones de pesos al año motivando a nuestra gente para que
no nos abandonen y hagan su mejor trabajo.
Nunca me han convencido de que pagarle más a un mediocre lo
llevará a convertirse de la noche a la mañana en un empleado de alto
rendimiento. ¡Olvidémonos de eso! El dinero no compra el compromiso, eso viene
de adentro, de nuestra estructura personal y familiar. Dejemos a un lado el
paternalismo y veamos los temas de personal como toca: en las pyme todos, desde
el gerente para abajo, tenemos que ser todoterreno.
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