En el año 2009 realizamos una sesión de trabajo en equipo en
las rocas de Suesca. Con cascos, arneses y la guía de un escalador experto cada
uno de los miembros de la empresa se atrevió a subir una peña de apenas 6 metros
de altura. De 15, tan solo 2 logramos el cometido y ese pequeño triunfo nos
llenó de satisfacción. En mi caso, fue como si hubiera subido al Everest aunque
en la mitad del camino llegué a dudar sobre mi fuerza. Por eso me sorprenden
los logros del escalador Nelson Cardona, quien ha ascendido las montañas más
altas del mundo sin una pierna.
Hace un par de semanas escuché una entrevista que le
concedió a María Isabel Rueda. Y unas semanas atrás el editor de MisiónPyme,
Carlos Gaitán, había tenido la fortuna de conversar con él para un reportaje de
la revista ACCESS Directv. Con este testimonio no me quedan dudas de que las
únicas limitaciones que tenemos para alcanzar nuestras metas son nuestros
propios miedos y dudas.
El miedo que más paraliza es el anticipatorio, el que
arranca justo antes de iniciar cualquier proyecto. Debo confesar que en una
oportunidad rechacé una oferta laboral muy tentadora porque el temor a fracasar
en un proyecto laboral tan soñado me frenó. Y eso les pasa a muchos, que antes
de comprar el tiquete para cualquier destino deciden renunciar al viaje por la
angustia de no estar a la altura del reto.
El miedo lo veo todos los días: en el vendedor que no se
atreve a llamar a un cliente por el miedo a escuchar un no, la jovencita que no
se presenta a un proceso de beca por el temor de no pasar las pruebas, el
empleado que renuncia a su puesto ante un llamado de atención espantado por la
incertidumbre de no saber si será o no capaz de responder a las exigencias de
su cargo y hasta el muchacho que no se atreve a invitar a salir a una niña que
le gusta por el susto de ser rechazado.
Estas son apenas las muestras de los miedos que nos impiden
realizar muchos sueños. Pero Nelson Cardona ha sabido superarlos, quizás porque
su dedicación a un oficio tan riesgoso y apasionante lo ha llenado de una
adrenalina mayor y un espíritu retador inmenso.
La buena noticia es que esa fuerza la llevamos todos, pero
hace falta encontrar el interruptor para darnos cuenta de que nosotros también
podemos escalar nuestros propios peñascos, aunque sean de apenas 6 metros. La
llave de todo está en decirnos, Hoy puedo hacer todo lo que he soñado. Esta
frase se convertirá en el mantra que muy pronto convencerá a nuestra mente de
que el miedo no existe, es apenas una invención de nuestra cabeza.
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