domingo, 7 de abril de 2013

Mi pequeño Everest


En el año 2009 realizamos una sesión de trabajo en equipo en las rocas de Suesca. Con cascos, arneses y la guía de un escalador experto cada uno de los miembros de la empresa se atrevió a subir una peña de apenas 6 metros de altura. De 15, tan solo 2 logramos el cometido y ese pequeño triunfo nos llenó de satisfacción. En mi caso, fue como si hubiera subido al Everest aunque en la mitad del camino llegué a dudar sobre mi fuerza. Por eso me sorprenden los logros del escalador Nelson Cardona, quien ha ascendido las montañas más altas del mundo sin una pierna.

Hace un par de semanas escuché una entrevista que le concedió a María Isabel Rueda. Y unas semanas atrás el editor de MisiónPyme, Carlos Gaitán, había tenido la fortuna de conversar con él para un reportaje de la revista ACCESS Directv. Con este testimonio no me quedan dudas de que las únicas limitaciones que tenemos para alcanzar nuestras metas son nuestros propios miedos y dudas.

El miedo que más paraliza es el anticipatorio, el que arranca justo antes de iniciar cualquier proyecto. Debo confesar que en una oportunidad rechacé una oferta laboral muy tentadora porque el temor a fracasar en un proyecto laboral tan soñado me frenó. Y eso les pasa a muchos, que antes de comprar el tiquete para cualquier destino deciden renunciar al viaje por la angustia de no estar a la altura del reto.

El miedo lo veo todos los días: en el vendedor que no se atreve a llamar a un cliente por el miedo a escuchar un no, la jovencita que no se presenta a un proceso de beca por el temor de no pasar las pruebas, el empleado que renuncia a su puesto ante un llamado de atención espantado por la incertidumbre de no saber si será o no capaz de responder a las exigencias de su cargo y hasta el muchacho que no se atreve a invitar a salir a una niña que le gusta por el susto de ser rechazado.

Estas son apenas las muestras de los miedos que nos impiden realizar muchos sueños. Pero Nelson Cardona ha sabido superarlos, quizás porque su dedicación a un oficio tan riesgoso y apasionante lo ha llenado de una adrenalina mayor y un espíritu retador inmenso.

La buena noticia es que esa fuerza la llevamos todos, pero hace falta encontrar el interruptor para darnos cuenta de que nosotros también podemos escalar nuestros propios peñascos, aunque sean de apenas 6 metros. La llave de todo está en decirnos, Hoy puedo hacer todo lo que he soñado. Esta frase se convertirá en el mantra que muy pronto convencerá a nuestra mente de que el miedo no existe, es apenas una invención de nuestra cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario