En el proceso de toma de decisiones de
compra siempre se identifican los influenciadores, aquellas personas cuyas
opiniones determina si se adquiere o no un producto o servicio. Y con el boom
de las redes sociales y los medios digitales este rol ha tomado mucha fuerza,
hasta el punto que hoy estos ‘influenciadores de la web’ reciben pagos por
decirnos qué comprar, cuándo y cómo.
Hasta la fecha, no he encontrado el
primer influenciador que me lleve, de manera ciega e irracional, a desear un
producto o a comprar un servicio. Y creo que entre los gerentes de pequeñas y
medianas empresas eso va a estar difícil. En este grupo de empresas la decisión
de gasto tiene ciertas particularidades. Para que un gerente de pyme le crea a
un tercero primero tiene que respetarlo, conocer su trayectoria y evaluar qué
tan sincero es con su referencia.
Cada peso cuenta en nuestras empresas, y
cada movimiento, por pequeño que parezca, genera una serie de consecuencias que
nos llevan a meditar muy seriamente algunos temas, quizás más de la cuenta. Por
eso no es raro escuchar quejas de ciertos distribuidores de tecnología o
telecomunicaciones por el alto grado de dificultad que enfrentan cuando deben
justificar ante un cliente pyme el producto o servicio que otorgan.
Una pyme no compra a punta de carreta. Es
la verdad. Pero si hay evidencia detrás, es probable que ese gerente pare
oreja. Lo más seguro es que empiece con una pequeña investigación, que delega a
su mano derecha (la secretaria de confianza o el comercial que lo acompaña
desde hace varios años). Ellos serán los encargados de validar si lo que el
proveedor dice es cierto o no. Así que, señores influenciadores, prepárense
para hablarle a esas manos derechas como corresponde, con argumentos, cifras y
ejemplos claros.
Y
no se olviden del lenguaje. Los millenials todavía no arrasan en las pymes
colombianas, y aunque ya van llegando aún no han conquistado la confianza de
sus jefes, que los ven con cierto grado de curiosidad e interés porque encaran
el reto de las nuevas generaciones de clientes. Así que pongan los pies sobre
la tierra y empiecen a planear cómo será su estrategia de influencia porque la
carreta solita se les va a quedar corta.
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