domingo, 27 de abril de 2014

Le falta ají, le sobra mermelada

Desabrida. Esa es la única palabra que se me ocurre para calificar la contienda electoral por la presidencia de la República. Las propuestas brillan por su ausencia. El Presidente Santos se aferra a su promesa de paz, incluso diciendo que el Papa Francisco le dio el aval para seguirla defendiendo, y los demás candidatos se pierden en medio de publicidades festivaleras que abruman.

De verdad no parece que estuviéramos a menos de un mes de la primera vuelta. Y resulta un verdadero insulto que los candidatos con más opciones se nieguen al debate público, cuando ese sería el escenario propicio para medirles la gasolina. Peñalosa por lo menos le ha dado un espacio al tema económico, expresando su preocupación por el pobre desempeño de la industria, aunque sin profundizar en gran medida sobre el asunto.

Hace varios meses anticipé la posibilidad de que Juan Manuel Santos ganara por W, es decir por la ausencia de candidatos pero no por la fortaleza de su plan de Gobierno. Y ante esta triste realidad, la de un presidente candidato al que no le alcanzaron los cuatro años de mandato para ganarse sobrada la reelección, ahora están en manos del salvador J.J. Rendón. 

En el Gobierno siguen diciendo que el problema es de comunicación. ¿Será que sí? Más bien es un asunto de falta de sustancia. Cuando uno ve a un presidente descendiente de la más rancia estirpe bogotana hablando en Cali de ‘salsa choque’ e intentando untarse de pueblo tiene dos opciones: morirse de la risa o de la rabia. A Santos definitivamente no le luce ese ‘estilo’ populachero. Sería mejor que se comportara como realmente es, aunque resulte aburrido, harto, pedante y ostentoso. 

¿Por quién votar? En mi caso lo haré por el que demuestre ser más auténtico y sincero. Oscar Iván Zuluaga ha sido un profesional a carta cabal, estudioso, serio y comprometido con sus tareas. Lo conocí hace 14 años y me transmitió la misma imagen que veo hoy. Lástima que seamos tan superficiales y lo juzguemos por su cara de pocos amigos, en lugar de tener en cuenta sus logros. Su principal lunar es que muchos piensan que se va a comportar como el títere de Álvaro Uribe.

También me gusta el estilo de Enrique Peñalosa, aunque se le nota un poco abrumado con el voto de confianza que recibió de quienes creen que es una carta digna para la Presidencia. Ojalá se desenrede pronto y genere más sustancia cuando le abran los micrófonos en los diferentes escenarios que debe conquistar. Sin duda es un hombre trabajador que hará lo máximo por el país, ahora el punto crítico es transmitirlo y demostrar que, en caso de ganar la contienda, no se dejará apabullar por un Congreso ‘embadurnado de mermelada’. La gran debilidad de Peñalosa será  precisamente su falta de experiencia política, a pesar de haber sido alcalde de Bogotá. Pero ese talón de aquiles también podría ser su fortaleza en un país donde muchos estamos hastiados del clientelismo descarado.


En cuanto a Martha Lucía Ramírez y Clara López infortunadamente arrancaron tan tarde, y tienen una imagen tan poco trabajada entre el común de los colombianos que las encuestas revelan con fidelidad lo que piensan las mayorías de sus respectivas candidaturas. 

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