viernes, 18 de octubre de 2013

Ojo a las empresas de familia

Durante los últimos dos años he realizado visitas a más de 150 empresas en diferentes ciudades del país. Y de las charlas con esos gerentes me queda una conclusión clara: Tenemos que estar atentos a lo que está ocurriendo con las empresas familiares en Colombia. La mayoría de esos gerentes son personas de gran experiencia, energía y visión pero ya cruzaron la barrera de los 55 años.

Según un par de estudios de la Superintendencia de Sociedades, entre 1970 y 1990 se establecieron las empresas familiares más exitosas del país. Esto significa que buena parte de sus fundadores ya deben estar pensando o preparando el terreno para formar a un sucesor o entregar el mando.

Pero el asunto realmente preocupante es que de 10 empresas, apenas tres o cuatro tienen claro que uno de los hijos del fundador o un externo se está preparando a conciencia para tal suceso. Las otras seis se ven ‘enredadas’ con esta decisión y no saben a ciencia cierta cómo resolverán el asunto.
En unos casos, los hijos del dueño han tenido la fortuna de estudiar en el exterior y han formado sus vidas en otros países, por lo tanto no tienen la más mínima intención de regresar al país para asumir las riendas de un negocio que no conocen y ‘no se sienten dolientes’.

Otros no han desarrollado las competencias o no tienen el liderazgo que sus padres estiman necesario para reemplazarlos en medio de un país que ha cambiado tanto en los últimos años. Y un último grupo de sucesores resultó tan pilo que decidieron seguir sus vocaciones al servicio del Estado o de multinacionales, con gran éxito.


A todos nos compete esta coyuntura. A la banca, al Gobierno, a las grandes empresas, a las universidades y a los gremios por lo tanto se requiere de acciones coordinadas para apoyar esos procesos y generar herramientas que permitan hacer la transición con los mejores resultados para las familias, los empleados y el país.

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