Muchos expertos han
señalado como un efecto indeseado el desequilibrado desarrollo de México después
de la suscripción del Nafta con Estados Unidos y Canadá. Que el sur se
empobreció mucho más y el norte se benefició por su cercanía geográfica fue una
de las conclusiones de un seminario al que asistí el año pasado. ¿Estaremos a
las puertas del mismo problema?
Basta con revisar las cifras de las regiones para darse
cuenta de que algo no está funcionando bien en varios departamentos de Colombia.
En Atlántico los datos son más que buenos, tanto en disminución del desempleo
como en materia de inversiones y crecimiento sectorial. En el Valle, en cambio,
las perspectivas se ven más oscuras y las noticias de los últimos meses no
hacen más que generar más nubarrones sobre el desempeño de las empresas de la
región.
¿Qué tiene ella, Barranquilla, que no tenga la de allá, en
Cali? La posibilidad de llegar con mejor infraestructura a un puerto marítimo
es una gran ventaja, en cambio Cali tiene el problema que Buenaventura sigue
enfrentando las mismas dificultades de hace 30 años. Hoy la gente se va
contenta para la capital del Atlántico, porque cuenta con buenos colegios, una
infraestructura de servicios públicos que crece y, en general, un buen entorno para
la consecución de mano de obra calificada.
En Buenaventura, en cambio, la pobreza sigue enraizada. Los
ejecutivos que se contratan para trabajar en esa ciudad se aguantan de lunes a
viernes pero realmente ‘viven’ en Cali dadas las pésimas condiciones de
infraestructura en servicios de salud, educación y entretenimiento. ¿Pero qué
es Cali sin un buen puerto? Para que la ciudad vuelva a ser atractiva es
necesario hacer más que ruido sobre las ventajas de la Alianza el Pacífico, hay
que meterle el hombro a Buenaventura y volverla de verdad una perla.
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