Uno de mis propósitos, al regresar de vacaciones, era leerme
con juicio el texto de la reforma tributaria que se aprobó en diciembre pasado.
Descargué el archivo y durante una hora intenté entender el maremágnum de
disposiciones, cambios y ajustes que se introdujeron. Descorazonada me rendí.
Pero pocos días después sentí algo de alivio cuando un experto tributarista me
dijo que todo su equipo estaba de cabeza tratando de entender el ‘desorden’ de
reforma que había pasado. Ya estamos en febrero y creo que todavía hay más sombras
que luces sobre las disposiciones de la nueva ley.
Los decretos reglamentarios siguen saliendo y tenemos hasta
julio próximo para conocer las últimas disposiciones. Pero todos los
empresarios queremos saber a ciencia cierta a qué atenernos pues se supone que
el CREE no lo pagarán todos, pero no se sabe quiénes se salvarán. Algo similar
pasa con la retención en la fuente, sobre la que hay más dudas que certezas. Y
como para los contadores serios en materia de impuestos es mejor pecar por
exceso que por defecto, quizás lo más saludable sea seguir aplicando las normas
anteriores mientras se aclara a quiénes se les retiene y a quiénes no.
Varias sorpresitas seguirán saliendo. Una que no tuvo mucho
bombo pero con toda seguridad sí va a afectar los niveles de ahorro en el país
es la que estiró de cinco a 10 años el período para retirar los aportes
realizados en un fondo privado de pensiones con el beneficio tributario. Para
un país en donde pensar a tres años ya es largo plazo, hacer un esfuerzo de
cinco era una proeza y pensar en 10 definitivamente desestimula. Con toda
seguridad, quienes tenían la disciplina de hacer este aporte van a pensar en
otras alternativas de mejor rendimiento a plazos más cortos.
El año apenas comienza pero el panorama pinta movido, mucho
más cuando ya se empiezan a mover las fichas políticas que determinarán el
segundo mandato de Santos y el futuro de las aspiraciones del expresidente
Álvaro Uribe. Viene el segundo tránsito del TLC con la Unión Europea, la
reforma al estatuto aduanero, la propuesta de reforma pensional y la reforma a
la salud, entre otras iniciativas que se presentarán al Congreso en las semanas
que vienen.
Lo único que espero es que esas leyes que se van a discutir
salgan menos enredadas que esta reforma tributaria, que sin lugar a dudas, nos
hace sentir a muchos un poco disléxicos.
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