A propósito de la
renuncia del Papa Benedicto XVI recordé el pasaje de la Biblia en que Jesús le
dice a Lázaro ya fallecido "levántate y anda". En contra de lo que
todos esperaban, el hombre se levantó y salió corriendo. Guardadas las
proporciones, a muchos empresarios nos puede llegar a pasar lo mismo y
empezamos a morir: nuestras ideas comienzan a palidecer, nos quedamos cortos en
alternativas de negocio y la innovación se nos escapa de las manos. ¿Qué hacer?
Lo mismo que Lázaro, levantarnos y echar a andar.
No hay nada más
peligroso que renunciar a ser un trotamundos, especialmente para un empresario.
Dado que la mayoría de nosotros disfrutamos quedándonos en la seguridad de la
operación de la empresa empezamos a delegar las visitas a clientes y los viajes
a ferias del sector, con la excusa de darle tiempo a lo más importante. Y claro
que hace falta atender lo interno, pero si no balanceamos esta actividad
empezamos a desconectarnos de los cambios del mundo.
Lo más grave es que
hoy los ciclos de los negocios son cada vez más cortos, en buena medida porque
las tecnologías nos han acelerado la vida, generando conexiones durante las 24
horas del día. Así que una desconectada de tres meses con toda seguridad nos va
a pasar la cuenta de cobro.
¿Hace cuánto que no
abandona su cómoda silla gerencial y va a visitar un punto de venta de sus
productos? ¿Cuándo fue la última vez que se sentó con uno de sus antiguos
clientes a preguntarle por qué lo cambió por la competencia?
No hay excusas. ¿Acaso
no ha escuchado que Germán Efromovich cada cierto tiempo se instala en los
counters de su aerolínea a registrar viajeros y entender sus necesidades? Por
eso no es gratuito que la empresa insignia de Colombia haya recuperado su
performance tras la venta al empresario brasileño.
Si ya hizo las cuentas
y van más de 60 días en los que no ha salido a la calle para ver en dónde se
mide su empresa, es el momento de escuchar la orden: levántate y anda.
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