En las últimas semanas hemos visto a un presidente Santos
transformado. Bregando a untarse de pueblo se puso al volante de un camión y
posó para los medios, una semana antes estuvo manejando un yipao en la zona
cafetera y, arrancando el año, en el Carnaval de blancos y negros salió en la foto lleno de
harina. Y no está mal que los mandatarios de vez en cuando decidan nivelarse,
pero este esfuerzo del presidente Juan Manuel se ve tan posudo que más bien
hace el ridículo.
Lo curioso es que con cada encuesta que se publica sobre el
deterioro de su imagen, más popular busca verse. Mientras tanto la falta de
gestión se nota a leguas. Entre los temas enredados están la reforma a la salud, la reforma pensional, la economía (que sigue mostrando indicadores
preocupantes) y la infraestructura, que sigue en sala de cuidados intensivos, para no
mencionar los tumbos que da el proceso de paz con las Farc.
¿No sería mejor que el presidente le dedicara más tiempito a
chequear el desempeño de sus ministros en lugar de estar posando para las
cámaras en roles que, con toda sinceridad, le chillan? A mí más bien me parece un
remedo del expresidente Uribe, a quien por lo menos se le veían más auténticas
este tipo de cosas por su estilo de vida más cercano al campo.
Paradójicamente la imagen de estadista de Santos, preparado
en las mejores universidades del exterior, era una de sus grandes fortalezas.
La primera señal de su intento populista fue la quitada de corbata, a pocos
meses de asumir la presidencia, incluso hoy se le ve en toda clase de eventos
vestido como para salir a un recorrido campestre, en mangas de camisa y con
chaleco.
Pero lo otro que me tiene desesperada es el cuentico de lo
GRATIS. Una palabra que para muchos suena tan dulce se me ha convertido en toda
una pesadilla: las casas gratis, la platica gratis para los más pobres, la
salud gratis, la educación gratis, etc. Como buen gobierno de oligarcas, están
convencidos de que a la gente con menos recursos sólo se les ayuda
regalándoles o por lo menos eso intentan hacer.
Sería bueno que de vez en cuando pensaran en la famosa frase
de que es mucho más efectivo enseñar a pescar que regalar el pescado. ¿Quién
dijo que el espíritu de pobreza se cura regalando cosas? En estos casos es peor
el remedio que la enfermedad porque ¿a quién le dan ganas de salir de la
pobreza si va a recibir subsidios, casas, salud, educación y más cositas
gratis? Así sean de mala calidad ¿qué importa eso si a caballo regalado ni se
le mira el diente?¿Acaso no sería más inspirador que la misma comunidad pagara una parte de sus viviendas con trabajo? Nadie les cobra en plata, pero sí en esfuerzo por lo menos.
Para nadie es un secreto que muchos colombianos con capacidad de pago se hacen los pobres para mantenerse en el sistema subsidiado de salud, lo que en parte es causa también de la crisis del sector pero como es gratis no importa.
Señor Presidente, deje de andar haciendo tanta maroma y
póngase a trabajar en serio. Con corbata o con chaleco, la pinta es lo de menos, pero por favor dele prioridad a
lo importante que ya se le está agotando el tiempo. ¿Quieren que compitamos con
los coreanos, los americanos y demás? Entonces arranquen las obras de
infraestructura, mejoren los puertos, unifiquen y agilicen los procesos de
inspección de la policía y la Dian, trabajen en bajar los costos de la energía,
sigan promoviendo la reducción de los costos laborales, revise a ver en qué anda la ministra Campo (así creo que se llama, es que últimamente sólo se le ve en la revista Caras) porque la calidad de la educación también es una prioridad.
Baje de los aviones al ministro de Comercio, que ya cumplió
su cuotica de TLC’s y nada de raro tiene que cuando salga del Gobierno se vaya
como miembro de junta directiva de alguna multinacional coreana o americana. Es la hora de que le pongan el pecho a los empresarios colombianos y dejen de posar para
tanta foto.