domingo, 28 de octubre de 2012

Propuesta para el Subsidio Familiar


Le tengo una propuesta al Presidente Santos para resolver el tema de las Cajas de Compensación Familiar. Que me desmonte el pago del 4% sobre mi nómina y yo les pago  a los empleados de mi empresa los 22.000 pesitos a que tienen derecho por el subsidio familiar. ¿Qué tal? Si hacemos ese negocio, podré hasta subirles el sueldo y generar más empleo, que es el compromiso del Gobierno. Y que los señores de las Cajas se dediquen más bien a gestionar mejor sus activos en lugar de seguirse rapiñando los $4 billones que les entregamos cada año los empresarios de este país (ver la edición de Semana de ayer: La guerra de las Cajas de Compensación Familiar).

Esta es solo una opción. Lo realmente urgente es pensar en fórmulas que nos generen más eficiencia en el manejo de los costos laborales (que en el caso de una empresa de servicios puede representar más del 60% de los costos totales) y pongan a trabajar con eficiencia a los señores de las Cajas. En la reforma tributaria creo que se equivocaron al plantear la flexibilización de los aportes al ICBF  y el Sena, yo gustosa continuaría aportando para mejorar el futuro de los niños de este país e incluso al Sena, pero lo que no entendí es por qué dejaron intactas a las Cajas, que sí tienen con qué trabajar (centros deportivos, hoteles de lujo, zoológicos, teatros, colegios, etc).

En el encuentro de las Cajas la semana pasada, en Cartagena (que se financió con nuestros aportes), el ministro de Trabajo dijo que el 31,4% de los recursos de las cajas se usaban en los subisidios familiares (los 22.000 pesitos por cada hijo). Me causó curiosidad que no se dijera cuánto entregaron en subsidios al desempleo (799.264 subsidios a julio pasado).

El economista Salomón Kalmanovitz, en su columna de El Espectador del 2 de septiembre también dejó claro su malestar con estas entidades: "Las cajas hacen un derroche inaceptable de recursos que en últimas son públicos. Los hoteles que han construido son lujosos y caros, fuera del alcance de los trabajadores; cuentan con zoológicos, parques acuáticos, clubes con precios que discriminan a la mayoría de sus afiliados. Sus droguerías y mercados atienden preferiblemente estratos 5 y 6".
Además destacó cómo dos de las cajas más poderosas de este país, Colsubsidio y Cafam, sólo han tenido dos gerentes en toda su vida.

El doctor Kalmanovitz, que es en mi opinión uno de los más brillantes y sinceros economistas de este país (porque hay muchos brillantes pero muchos más zalameros con el Gobierno), señaló que “las cajas son también el epítome del capitalismo compinchero: personajes que reciben un privilegio del gobierno para operar con poca competencia y con escasa supervisión sobre el manejo de recursos fiscales”.

La verdad, después de leer todo esto y de ver los boletines de prensa que enviaron desde Cartagena, destacando lo importante que es seguir aportándoles nuestra platica pero por ningún lado mostraron el impacto real sobre el crecimiento del sector empresarial colombiano yo prefiero mi propuesta de pagar los 22.000 pesitos. Y si el caso es de un fondo para vivienda subsidiada, también se le tiene: armemos fiducias y pongamos esa platica allí, todos los empleados van a saber cuánto hay, cómo se gestiona y podrán animarse a pedir lo suyo para tener un techo propio.

sábado, 20 de octubre de 2012

La reinvención empresarial


Algunas teorías humanistas y esotéricas aseguran que nuestras vidas tienen ciclos. Unos hablan de siete años, otros de 14 cuando se refieren a esos cambios estructurales de vida. Cierto o no, la experiencia me ha enseñado que en las empresas también hay ciclos, que se han ido acortando en la medida que se han integrado las economías del mundo y la tecnología cambió la manera de hacer negocios. Pero muchos empresarios no estaban preparados y hoy están en una coyuntura en donde la única salida es ‘la reinvención empresarial’.

Recuerdo con claridad a un señor que se me acercó, en medio de un evento, con una evidente cara de preocupación. Luego de un par de frases convencionales, se desahogó diciendo: “Yo todos los días me levanto con la idea de conseguirme dos o tres buenos clientes para no tener que luchar tanto”.  

“Ni Dios lo quiera– repuse yo – lo peor que a uno le puede pasar es depender de pocos clientes. Esta es nuestra realidad, la lucha es de todos los días”. Y busqué por todos los medios convencerlo de que su intención de concentrarse era una idea descabellada si quería tener un buen futuro como empresario. Lo más seguro es que este señor estuviera entrando en su ciclo de vacas flacas.

A todos nos pasa. La zona de confort nos hace creer que la estabilidad y la bonanza estarán presentes siempre, lo que nos lleva entonces a aflojar en nuestra disciplina y procesos haciendo que toda la organización entre en ese mismo ritmo. En poco tiempo, infortunadamente, empezamos a notar las consecuencias. La competencia, que seguramente no se quedó en el confort, empieza a golpearnos. Pero lo más grave es que los clientes han perdido parte de su afecto hacia nosotros y están mirando con ojos coquetos hacia otros horizontes más innovadores.

Algunos lo perciben a tiempo y entran en la fase de reinvención, con un cierto sinsabor por la nueva lucha que se debe reiniciar. Otros se hacen los sordos y se quedan sentados esperando a que la competencia fracase o afloje y le devuelva lo que considera suyo. La mala noticia es que esto pocas veces sucede.

Lo cierto es que esta reinvención no debería darse cuando las alarmas rojas están encendidas. Los empresarios debemos vivir con un sentido permanente de urgencia, atentos a los competidores y pendientes de los cambios de tendencia en las necesidades de los clientes. Los ciclos existen, es una realidad, pero no podemos esperar a que nos atropelle la mala hora para comenzar a trabajar.

sábado, 6 de octubre de 2012

Científico de la vida


¿Qué tienen en común el Dr. Raúl Cuero, científico asesor de la Nasa, y un emprendedor anónimo como Don Mario Cogollo, gerente de Pinturas Prime? El espíritu de curiosidad y la investigación. El Dr. Cuero cursó, con gran esfuerzo, una brillante carrera científica que le ha generado grandes alegrías a nuestro país. Don Mario es un autodidacta, estudió en el Sena, fue ebanista y en el patio de su casa montó su taller de pruebas para desarrollar pinturas y barnices. En pocos años inauguró su primera planta de producción y hace poco abrió operaciones la segunda, en donde aplica nanotecnología e insumos amigables con el medio ambiente. Este año, además, lanzó una línea de productos agroecológicos. 

Hace poco publicamos la historia del Dr. Cuero, que nos ha conmovido y motivado a muchos a creer que todos los sueños se pueden hacer realidad. Pero de manera particular me ha impactado la de Don Mario. Lo conocí personalmente hace tres semanas en Medellín, llegó con sus hijos a la ceremonia de entrega del galardón regional Gacela Misiónpyme.  Y cuando escuchó su nombre, como uno de los finalistas, no pudo disimular la emoción.

Pero lo mejor llegó al cierre de la ceremonia, cuando de manera informal conversábamos con Crisanto Montagut, gerente de Truchas Belmira, quien también resultó finalista. Yo noté cómo le brillaron los ojos a Don Mario cuando se acercó a nosotros y, como quien no quiere la cosa, le lanzó una frase mágica a Montagut: “le tengo el remedio para que mejore la productividad de sus cultivos de trucha y baje los niveles de infecciones”.

En ese momento los dos guardamos silencio. “Iones negativos”, continuó Don Mario en un tono solemne y luego remató con un “ya hicimos las pruebas con la Universidad de Antioquia con excelentes resultados”. A partir de ese momento, yo quedé relegada observando cómo estos dos empresarios buscaban afinidades en sus negocios.

No sé si lograron concretar algo o lo harán pronto. De lo que sí estoy convencida es que Don Mario es un científico de la vida, un hombre para quien la investigación (curiosidad dicen muchos) es la razón por la que se levanta todos los días.  En sus manos está ahora la solución para la pudrición del cogollo de la palma de aceite, un peligroso agente que arrasa con hectáreas enteras de este costo cultivo. Después de un año de inversiones en laboratorios y pruebas de campo todo está listo para que en pocas semanas la iniciativa empiece a facturar. Y un poquito demorado, pero con buenas perspectivas, la respuesta para la temida Cigatoka negra, que azota al banano.

Y, como decía en Misiónpyme el Dr. Cuero, con este ejemplo se comprueba que la innovación sólo lo es en la medida en que genera beneficios económicos y sociales. Pero los científicos no solamente están en los laboratorios desarrollando grandes inventos e innovaciones, también nos los encontramos todos los días. A estos científicos de la vida también que darles el lugar que se merecen.