Da lástima confirmar que el sistema
reelecionista acaba con cualquier propuesta seria de desarrollo económico pues
en el primer periodo se trabaja para lograr la reelección, con políticas
populistas de corto plazo, y en el segundo se hace lo posible por tapar los
huecos que dejaron esos compromisos: viviendas gratis, obras inconclusas y
cuotas burocráticas, entre otros.
Ni qué decir del Gobierno, que ahora
en medio del susto por la caída del precio del crudo y unas perspectivas
internacionales mediocres para el 2015 empieza a pellizcarse con respecto a una
verdadera política productiva para Colombia.
Sería injusto decir que a este
gobierno le ha faltado liderazgo en materia económica. A todos los gobiernos de
los últimos 20 años les ha faltado. Pareciera que el tema del desarrollo
empresarial fuera un asunto menor, accesorio, y no el eje central de la
competitividad de un país. La competitividad, la productividad y la innovación
no nacen en el seno de los entes oficiales, por el contrario, son gestados en
las empresas pero con el apoyo de la institucionalidad.
Hoy más que nunca, me parece que está
vigente el mensaje de Por qué Fracasan los Países, y es definitivamente una
obra que se deberían leer y aplicar quienes ahora tienen la responsabilidad de
diseñar una estructura jurídica que propicie la competitividad y el crecimiento
de Colombia.
Por lo pronto, preparémonos para la
cascada de impuestos que traerá el 2015, así como los nuevos tributos que se
inventarán a finales del año que viene para seguir tapando huecos y respondiendo
por lo que se gastaron, haciendo cuenticas alegres. ¿Será que los empresarios
aguanta?
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