¿Cómo entender y atraer a los más jóvenes? ¿Cómo motivar el cambio
positivo en los mayores? ¿De qué manera integrar a dos o tres generaciones en
un mismo proyecto empresarial? Estas tres preguntas plantean grandes retos para
los empresarios colombianos, especialmente los pequeños y medianos.
En primera instancia, tenemos que aceptar que los muchachos
que hoy viven su primera o segunda experiencia laboral no se parecen en nada a
nosotros. Sus expectativas de vida son distintas, la mayoría quiere viajar y
conocer el mundo, piensan que una experiencia de un año en una empresa es más
que suficiente pero lo más complejo de aceptar es que no son leales a nada, solamente a sí mismos.
De tal forma que nos toca reciclar aquella historia de cómo se
genera lealtad entre los empleados y aceptar que el asunto de la lealtad viene
en el ADN de cada quien. Ellos estarán con una empresa hasta que les parezca
adecuado para sus fines, así sean uno o dos días, tres o cuatro semanas. El
salario, la posibilidad de ascenso y los opciones de capacitación no serán un
menú atractivo para estos hijos del x box, el play station y la internet.
Por otra parte, nos toca evaluar cómo obtener el mayor
desarrollo de quienes ya se siente más cerca de la pensión que del
emprendimiento. Es cierto que muchos, por su forma de ser, mantendrán intacto
el espíritu de investigación, de sorpresa y mejoramiento personal, pero un
nutrido grupo tenderá a quedarse en una zona tranquila, en la que puedan hibernar
hasta que llegue el momento de pasar a un buen retiro. ¿Para qué tanto estrés
en los 15 o 13 años que me faltan para
cerrar mi ciclo laboral? ¿Esto vale la pena? ¿La vida no es más que trabajo,
jefes y retos laborales?
Seamos honestos los que ya acumulamos más de 20 años
trabajando: todos entramos en crisis alguna vez. Algunos salen fortalecidos
frente a la vida, se plantean nuevos y mayores retos, y deciden que van a vivir
su otra mitad sacándole el mayor jugo a cada minuto de existencia. Otros,
lamentablemente demasiados, concluirán que están cansados y que de ahora en
adelante van a ir a un ritmo más suave, no montarán en bicicleta para evitar el
riesgo de fractura de cadera, no escalarán muros para no retar a la ‘pelona’, y
se quedarán enrollados en un sofá viendo horas extra de cualquier programa
interesante en Natgeo o History.
Y con este tremendo 'zoológico' tenemos que lidiar los empresarios, incluyéndonos a nosotros mismos
que además tenemos que autoretarnos para estar cada vez más entusiasmados
después de 10, 20 o 30 años de labores en nuestra empresa. Seguramente es esta
diversidad la que nos hace interesante el día a día, y por eso encontramos
motivos para seguir en la lucha con los nuevos trabajadores y continuar moviéndoles el sofá a los más antiguos.
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