domingo, 15 de abril de 2012

El alma de una pyme

Lo confieso sin pena, yo también leí 'Las siete leyes espirituales del éxito', de Deepak Chopra, hace muchos años, cuando apenas iniciaba con gran incertidumbre mi primera aventura empresarial. Y casi diez años después tengo que reconocer que lo volvería a leer con gusto. Como para no repetirme, decidí hace pocas semanas hincar el diente en 'El alma del liderazgo', del mismo autor. 

En un comienzo me pareció estar leyendo una misma receta con algunas ligeras diferencias. Incluso sucumbí a la tentación de picar en otras lecturas. Más comprometida con el mensaje del libro lo retomé cuatro días después y empecé a obtener enorme provecho de él. Afortunadamente, también recibí un valioso aporte de Rodrigo Zárate, profesor de la EAN (que próximamente publicaremos en Misiónpyme) en el que destacaba la importancia que tiene desarrollar la inteligencia emocional en los gerentes de pequeñas y medianas empresas.

Para mi sorpresa, los dos mensajes están perfectamente alineados. Mientras Chopra enumera una serie de recomendaciones para volvernos más perceptivos hacia nuestro entorno, de tal forma que podamos liderar a conciencia y con el alma, el texto más racional y muy bien documentado del profesor Zárate detalla cómo las habilidades de un gerente se pueden potencializar para explotar al máximo su capacidad de entender a sus clientes, empleados y demás involucrados con su proyecto empresarial.

Liderar con el alma es lo que muchos quisiéramos hacer cada día, pero los reveses en algunas oportunidades empiezan a desgastar ese intangible tan valioso. Surge entonces el temor, la duda y la angustia de estar haciendo mal las cosas y no saber cómo resolverlo. Pero todos sabemos que para encontrar la respuesta debemos aquietarnos. Lo más probable es que hallamos perdido la intención inicial que nos impulsó a 'montar' nuestra empresa. Esa idea inspiradora que nos desveló y nos llevó a trabajar desenfrenadamente en pos de hacer realidad ese sueño. 

Otros, con el transcurrir del tiempo, quizás nos volvimos más cómodos y nos sentimos más seguros de estar logrando nuestro objetivo. Y empezamos a perder esa chispa de los primeros meses, esa dulce adrenalina que se nos convirtió en el motor. Y allí está el reto, en mantener viva esa llama. En continuar tocando nuestra alma de empresarios para que todos los que se relacionan con nosotros la perciban y entreguen el 150% en pos de alcanzar esa meta.





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