¿Suena muy zen esta propuesta? Seguramente para muchos así
va a ser, pero es increíble cómo muchas personas regresan de sus vacaciones
navideñas con más culpas que satisfacciones. Dos o tres kilos de más, guayabo,
malestar estomacal y hasta discusiones con los más allegados suelen ser los
desastrosos resultados de un falso disfrute. En lugar de aprovechar esos
espacios de disfrute íntimo, nos encargamos muchas veces de llenar nuestras
mentes de ruido y desenfreno.
Por otra parte, es indudable que todos los seres vivos requieren
de apertura y cierres de ciclos y un cambio de año es el momento ideal para
realizar este tipo de procesos. Después del invierno llega la primavera, luego
el verano y el otoño. Todos tenemos ciclos, que nos ayudan a evolucionar. La
quema del tradicional año viejo es el ejemplo perfecto del ritual de cierre,
pero no se necesita robarle la ropa al abuelo y ponerle una mecha de trapeador.
Seguramente bastará con hacer consciencia sobre lo que hemos
hecho para mejorar nuestra vida, la de nuestra familia, nuestros empleados,
compañeros y nuestro país. También tendremos que reflexionar sobre los errores
cometidos, aquellos comportamientos que no contribuyen a nuestro crecimiento
personal.
El 2016 será un año con muchos retos en materia económica,
así que conviene llegar descansado, con una mente dispuesta a los cambios, con
actitud positiva y proactiva. Afilemos la sierra y comprometámonos a contribuir
para que muchos tengan más oportunidades de mejorar su calidad de vida,
incluidos nosotros.