lunes, 16 de febrero de 2015

Y ahora ¿quién podrá defendernos?

Las expectativas de los agentes económicos es uno de los factores que más afecta el desempeño de las economías. De ahí que el Gobierno se muestre cauto con respecto a las perspectivas de este año y del 2016, ya que una alarma generalizada afectará las decisiones de consumo e inversión de empresas y personas naturales.

Sin embargo, es claro que la caída en los ingresos de Ecopetrol y otras petroleras, por cuenta de la reducción dramática en el precio del barril de crudo, va a ser un tremendo golpe a la inversión del Estado. Infortunadamente, no se aprovechó la época de vacas gordas para impulsar a fondo los proyectos de infraestructura y otras reformas estructurales que permitieran mejorar la competitividad del país.

En este nuevo panorama, se orientan las miradas hacia la industria y los servicios como los salvadores de los números. Y allí, como lo dijo el director de Fedesarrollo, Leonardo Villar, la semana pasada en un Foro sobre perspectivas, el gran pecado del país es que no hay muchas opciones de reemplazar los grandes ingresos de los commodities porque nuestras exportaciones no tradicionales son muy pequeñas y vienen cayendo.

La estructura comercial de una economía no se cambia de la noche a la mañana, y eso lo sabía este Gobierno desde que asumió las riendas. En primer término, el cambio de mentalidad de una enfocada en el mercado local a una internacional toma años de trabajo. ¿Si las grandes empresas dudan en acometer planes exportadores podemos culpar a una pyme por no atreverse a asumir este tipo de riesgos?

Por otra parte, está el recrudecimiento de la delincuencia común y la microextorsión en todas las regiones del país. Bandas al margen de la ley son el azote de tenderos y comerciantes en pueblos y ciudades.


Es clave que el Gobierno deje de ampararse en las cifras macro, que nos salvan de los tristes resultados latinoamericanos, y empiece a revisar en lo micro cómo impulsar los resultados de la economía, generando un ambiente de seguridad para los empresarios de todos los tamaños, promoviendo en serio las apuestas productivas regionales e invirtiendo en la generación de mentalidad exportadora.

domingo, 1 de febrero de 2015

¿Dinosaurio yo?

En mi editorial de este mes, en la revista MisiónPyme, me refiero al fenómeno que está alterando el orden de los negocios: la tecnología de información y comunicaciones. Basta con ver el impacto de Tappsi y Uber sobre el transporte de pasajeros, o la crisis que vive la industria gráfica por cuenta de estos avances. Así que vale la pena preguntarse ¿será que somos dinosaurios? ¿Estamos preparados para los efectos de este meteorito de los negocios?

Hace algunos años un consultor experto en pyme aseguraba que quizás los mejor que nos podía pasar era ser cucarachas, pues según muchos, es el único animalito que sobreviviría a un ataque nuclear.

Pero no lo pongamos tan dramático; en diciembre fui testigo de la capacidad de resilencia de estos bichos, que en lo personal me parecen de lo más desagradable. Pasando las vacaciones en tierra caliente, en donde abundan estos insectos, mi hija menor se acercó a una cucaracha que su papá acababa de pisar con todo el impulso de sus 75 kilogramos de peso.

El bicho yacía patas arriba, aparentemente inerte, pero al cabo de pocos segundos dio un tremendo brinco y se volteó arrancando en veloz carrera en busca de un refugio. Fue tal el susto de todos frente a semejante reacción que sólo pegamos un grito y corrimos en dirección contraria. ¡La cucaracha demostró su poder!


Bueno, tenemos mucho que aprender de ellas, quizás para nuestros negocios es mejor ser pequeño, ligero, ágil y decidido que grande, lento y pesado. De esa manera, podremos adaptarnos más rápido cuando el impacto de este meteorito termine de aniquilar a las especies que no lograron evolucionar a tiempo.