Ahora que está en boga este lema, es muy
conveniente hablar sobe la necesidad de enfrentar el reto de reinventarnos.
Pero no solo en los negocios. Todo en la vida requiere ser revisado y
reformulado, desde nuestra forma de pensar y actuar hasta la manera en que nos
relacionamos con los demás.
Con los años, las experiencias y
lecciones aprendidas de ellas nos ayudan a moldear un carácter. Pero también
nos van dejando ciertas cicatrices que muchos denominamos miedo. Si nos asociamos
con alguien en una empresa y nos fue mal, decidimos que nunca más vamos a
volver a dar ese paso porque las sociedades solo traen problemas. Lo he
escuchado decir cientos de veces, pero lo cierto es que en los últimos dos años
he visto un cambio de visión gratificante y positivo en este aspecto.
Hoy, los emprendedores confían en la
potencia que una buena sociedad puede generar para sus vidas empresariales. La
mentalidad de estas nuevas generaciones se enfoca en modelos más cooperativos,
en un suerte de sinergia en la que todos pueden ganar.
Pero romper el modelo de pensamiento
también nos puede funcionar para mantener dinámica otra sociedad, tan
importante como las comerciales: nuestras relaciones de pareja. Con el correr
de los años tendemos a olvidar que ese socio, al que conocemos tan bien y nos
conoce en detalle, también necesita de nuevas ideas para continuar adelante.
Este es un reto enorme porque muchos
pueden pensar que comenzar a actuar de manera diferente, buscar ser
conquistadores y atractivos para ese antiguo aliado puede resultar ridículo.
Pero no es así. La vida está llena de retos, y si queremos innovar en el ámbito
empresarial también va a requerir de un cambio de chip con respecto a muchos
asuntos de nuestra vida personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario