Un simple palito se convierte en varita
mágica, una botella de gaseosa de dos litros es un cohete para ir al espacio y
una espátula es el mejor micrófono del mundo. Así es como mi chiquita de tres
años ve el mundo, para ella nada es blanco o negro, ni las cosas son
exclusivamente para lo fueron hechas ¿por qué no podemos nosotros hacer lo
mismo en nuestras empresas? ¿reinventarnos cada día? ¿Especialmente en un
sector como el editorial en donde las nuevas tecnologías y el cambio de hábitos
de los lectores nos tiene en la encrucijada?
Hace cinco días se supo la noticia del
despido de más de 20 periodistas de la revista Semana. La mayoría, se supone,
pertenecientes a nuevos medios y el digital. Motivo: baja rentabilidad del
negocio. Casualmente hace apenas tres semanas conversaba sobre esta ‘crisis’ de
los medios con un brillante empresario, Carlos Payán, quien logró reinventarse
la misión de una empresa familiar tradicional dedicada a la producción de
concentrado para animales y transformarla en QBCo, un grupo de nueve compañías
dedicadas a la nutrición humana.
¿“Carlos – le dije – qué futuro le ves tú
a los medios impresos”? Él arrugó el ceño, se quedó callado unos minutos y
luego me dijo: “Mira, yo para qué quiero guardar un impreso. Es puro bulto, lo
que yo necesito es información, por eso cancelé mi suscripción a El Tiempo y
leo lo que me interesa en mi computador. Lo que sí creo que se va a demorar más
en dejar de ser imprescindible son los libros. Esos sí me gusta rayarlos,
marcarlos, resaltarlos y por eso los sigo comprando en papel”. La sentencia fue
dura de escuchar, más porque quien la hace conoce un poco de este negocio pues
es amigo personal del fundador y gerente de El Malpensante, una revista de
altísima calidad editorial.
Así que estamos en la mitad de un difícil
parto para este sector. Las agencias publicitarias quieren probar lo digital,
pero no desean asumir las tarifas que vale la apuesta. Lo que presumo es que la
inexistencia del papel invalida el costo del medio ¿y acaso lo que realmente
vale no es la información de calidad? Las noticias en internet no se escriben
solas. Y veo aún muy lejano el día en que las redes sociales reemplacen la
credibilidad de los medios.
¿Le vamos a creer más a Facebook cuando
todos los días leemos los bobos comentarios de algunos conocidos sobre sus
mascotas, lo que desayunaron esta mañana, el ánimo con el que se levantan y la
ropa que lucen? Llevo más de dos semanas
desconectada, felizmente desconectada. Y las pocas veces que he tenido la tentación
de ver mis cuentas salgo despavorida ante tanta información inútil que
encuentro.
El mundo editorial vive un revolcón.
Muchos nos oponemos porque no vemos claro el camino, y la solución no está en seguir bajando las tarifas. La
rentabilidad de la industria gráfica en su conjunto, en los últimos años, no
pasa del 1,5% y un reconocido empresario del sector me dijo “bienvenida al
negocio”, cuando se lo comento. Nos estamos acostumbrado al juego del bajo
margen para sobrevivir, mientras otros hacen negocio a costa de la viabilidad
de estas empresas.
Tenemos que tomar una decisión: convertir
la espátula en micrófono y amarrarnos una botella de gaseosa para ver si con un
poco de imaginación podemos llegar a Marte y encontrar la salida para una
cadena sectorial (industria gráfica - editoriales) que durante años ha generado miles de empleos de calidad. Pero
lo más importante es valorar el trabajo de cientos de periodistas que se esfuerzan
cada día por buscar, evaluar, validar y transmitir una información que nos resulte
útil a todos.