Las cifras de desempleo e inflación se han convertido en un
juego mediático en el que el Gobierno apuesta por mejorar su imagen. Y, la
verdad, es que pareciera que las cifras van por un lado y los empresarios por
otro muy diferente. Para nadie es un secreto que el balance empresarial para el
2013 es bastante mediocre. Y la penosa salida del anterior director del Dane sí
deja muchos sinsabores sobre la fidelidad de las cifras que mensualmente
aplauden los funcionarios gubernamentales.
En diversos foros he escuchado las recomendaciones de
entidades internacionales sobre la necesidad de mejorar las metodologías de
medición del Dane y su desempeño. La industria es la más perjudicada ya que no
se cuenta con encuestas completas y actualizadas que reflejen la verdadera
dimensión de las empresas. Pero es evidente que la política gubernamental ha
logrado su objetivo de bajar el desempleo a punta de construcción de vivienda.
En esencia esto no es malo, todos los colombianos tienen
derecho a una vivienda digna. El problema es que se utilice esa necesidad con
fines electorales. No es casualidad que se le haya apostado al programa cien mil
viviendas dos años antes de la campaña presidencial, era el tiempo justo para
dar resultados en materia de empleo y anunciarlos con bombos y platillos, como
lo hizo el presidente Santos en su alocución de lanzamiento como candidato.
Lo malo es que estos programas tienen vida limitada,
entonces esos satisfactorios resultados comenzarán a desinflarse, pero ¿qué
importa si ya tendremos de nuevo al doctor Santos en Casa de Nariño?
Por otra parte, buena parte del empleo en la construcción es
de baja calificación, no genera mejoras sostenibles en la calidad de vida de
esas familias y, por el contrario, son populares los comentarios sobre el
destino que tienen los salarios de muchos obreros de construcción: licor. Infortunadamente
muy pocos piensan en mejorar sus calificaciones profesionales, así que
dependerán de un segundo envión de viviendas para sostener su tren de consumo.
La industria, en cambio, tiende a ser más formal en sus
procesos, genera más innovación, impulsa la capacitación de los trabajadores y
genera empleos de largo plazo. El problema es que no son tan rápidas generando puestos de trabajo, así que
para los fines electorales no son un buen sujeto de publicidad. De lo
contrario, no tendríamos cien mil viviendas sino cien mil industrias, y el
presidente no se habría tomado la foto en una casa de interés social sino en
una planta de producción de carnes frías o confecciones.
Qué bueno que para todos los sectores hubiera mermelada en vez de apuestas inmediatistas, efectistas e insostenibles en el largo plazo. Lo mejor de todo es que apelando a la mala memoria de los colombianos Santos se hizo el loco con sus locomotoras, que se quedaron en meros trencitos de juguete y hoy no las quiere ver ni en pintura, con excepción de la construcción.